Vivir desde los Principios
Vivir desde los Principios
Por Profesor Juan Carlos Aguilera Pérez.
(Charla jóvenes Academia Republicana 30 de septiembre de 2018, Santiago-Chile).
“Este fue el fin, Equécrates, que tuvo nuestro amigo, el mejor hombre, podemos decir nosotros, de los que entonces conocimos, y, en modo destacado, el más inteligente y más justo”. Con estas palabras termina, el joven Critón, el relato de la muerte de Sócrates. Un hombre que no estuvo dispuesto a tranzar sus principios aunque eso le acarreara la muerte. Porque vivir, habiendo vendido lo que da sentido a la existencia, es hacerlo como reza el título de una antigua película, como un hombre muerto caminando.
Sócrates, al igual que Tomás Moro, Juana de Arco, Edith Stein, Maximiliano Kolbe, Gianna Beretta, Arturo Prat, y un sin número de hombres y mujeres heroicas que han dado la vida por algo o alguien, en justicia, se les puede identificar como personas de principios. Así, por ejemplo, Sócrates, prefería padecer una injusticia antes de cometerla. Prefería que le hicieran un mal, antes que ser el responsable de cometer un mal. O, Gianna Beretta que prefirió dar la vida para que naciera su hija. En tales tesituras se puede aplicar aquello que un hombre sabio decía: La verdad padece, pero no perece.
La mujer y hombre de principios es quien vive encarnando en actos concretos, aquello que piensa, quiere, siente y dice. Vivir desde los principios es eso, tener unidad de vida, en la que no hay versos sueltos. Habrá fracasos, errores, debilidades, pero intentará superarlos, sin naufragar en el intento. Quién vive desde los principios, resulta una persona en la que se puede confiar, porque tiene una conducta predecible, debido a que ella o él, posee un criterio habitual de conducta.
Es decir, vivir desde los principios, significa que todos mis sentires, pensamientos, quereres, elecciones y acciones, son generadas habitualmente a partir de aquellos. Desde los cuales decido qué hacer en las situaciones que se me presentan como comprometidas o encuentra comprometida mi propia existencia. Dicho de otra manera, las personas, varones y mujeres, siempre actúan desde los principios, sean conscientes o no, de hacerlo. No hay alternativa. Así lo captó muy bien C.S. Lewis, quien afirmó: Si uno se deshace de los principios solo cabe obedecer a los impulsos. O, en palabras de mi querido y entrañable amigo, Ricardo Yepes. “Si actuamos a partir de principios, no es algo electivo. Simplemente actuamos así. Uno actúa siempre según algún principio, lo sepa o no”.
¿Qué significa principio? Un principio es aquello que es lo primero, origen, causa, fundamento. El término padre, por ejemplo, deriva de principio. Padre es quién tiene hijos, es decir, posee una relación de paternidad y el hijo, de filiación. Así uno puede entender mejor que vivir desde los principios es vivir una relación, un atarse libremente, para conducir nuestra existencia. Así, entonces, vivir desde principios, consiste en ligarse libremente, a un origen, que me permite conducirme en mi vida. Y, como los seres humanos somos seres racionales, los principios deben ser entendidos, profundizados y compartidos.
Así es, los principios pueden ser compartidos y compartidos en el tiempo. Bienes compartibles, podríamos llamarlos. Que sean compartibles, significa que pueden ser comunes a todos. Por ejemplo, es interesante advertir que hace cinco mil años, los egipcios, en los denominados Libros de los Muertos, afirman que el difunto antes de ser dirigido hacia el infierno o hacia el paraíso debía pronunciar ante el tribunal de los dioses lo que se llama la confesión negativa y concretamente ante Thot y Anubis, debía justificarse de: “No haber pecado ante los hombres, de no haber hecho nunca nada que pudiese disgustar a los dioses, … de no haber matado,….” etc. Vemos que el principio de no matar, es un principio compartido por civilizaciones tan antiguas como la egipcia que no tiene un particular parentesco con la nuestra. Hay algo característico de los principios; son evidentes por sí mismos, no requieren desarrollo o explicación. Son lo que son. Así, por ejemplo: No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti. O, la llamada regla de oro: el bien ha de hacerse y el mal ha de evitarse.
La persona femenina y masculina, necesita saber y querer aquello que sabe para actuar libremente, según principios. De otra manera, claudican acerca de lo más valioso que poseen: la dignidad. Regirse por principios es algo sin lo cual no podemos llevar una vida digna de nosotros mismos. Vivir en torno de lo políticamente correcto es abandonar los principios. Aquello que hace posible el despliegue de la libertad, vivir desde un mismo, vivir dignamente, vivir como un hombre. Y, no ser vivido o como espectador de nuestra propia existencia.
Quien vive desde los principios es quien sabe desear rectamente, quien tiene aspiraciones, quien tiene fines nobles, trascendentes. Y es capaz de ponerse en marcha hacia ellos. Desde antiguo, hay una manera de definir al hombre como un homo viator. “un buscador de caminos, un aprendiz perpetuo, un explorador de la realidad”. Homo viator. Un ser que viaja. Viaje que consiste en ir de nosotros a nosotros mismos, contando con los demás. Es un viaje, según se haga desde los principios o no; perfectivo o destructivo. Un viaje que permite afirmar libremente nuestro propio ser, como decía el maestro Antonio Millán Puelles. Por eso, el homo viator, si no viaja desde el origen, desde los principios, se convierte en un nómade, en un trashumante, en un extraviado, que no va a parte alguna, pura ilusión inútil que al final lo sume en la tristeza y la amargura. El varón y mujer, que viaja desde los principios, con un fin claro y que pone lo mejor de sí para alcanzarlo, indica que ha alcanzado la madurez propia de su edad.
Vale la pena preguntarse. ¿En qué consistirá, concretamente, el viaje al que hacemos referencia?
Volvamos a la celda de Sócrates: Poco antes de beber el veneno, el joven discípulo, Critón preguntó a Sócrates. “¿Qué nos encargas a estos o a mí, acerca de tus hijos o cualquier otro asunto, que nosotros podamos hacer a tu agrado y que haremos muy a gusto?
La respuesta de Sócrates fue la siguiente: “Que cuidándoos de vosotros mismos haréis lo que hagáis a mi agrado y de los míos y de vosotros mismos, y no queréis vivir tras las huellas, por así decir, de lo que ahora hemos conversado y lo que hemos dicho tiempo pasado, por más que ahora hicierais muchas y vehementes promesas, nada más lograréis.”
La clave de la respuesta de Sócrates está en la solicitud: Cuidándoos de vosotros mismos, epimeleia heauton. El cuidado de sí al que se refiere Sócrates nos da una pista segura acerca del significado concreto en que consiste el viaje de nosotros a nosotros mismos, contando con los demás, que hemos de emprender.
La palabra cuidar, es otra manera de decir cultivar o cultura. Pues bien, el cuidado y el cultivo de sí mismo, contando con los demás, podría denominarse: formación. En efecto, la persona que cuida de sí, que se cultiva, lo que hace es formarse. El viaje en cuestión es la aventura de la formación humana en una triple dimensión: Técnica, hacer las cosas bien. Ética, hacer el bien y Teórica: conocer y amar el bien. Una persona formada es una persona culta. Ese es el desafío que el sabio Sócrates planteaba, a sus discípulos, en la hora de su muerte.
Se entiende que quien vive desde los principios ha emprendido la tarea nunca terminada de formarse. Que es más que construir, significa cultivarse uno mismo, alcanzar la humanitas. Desarrollar, permanentemente, todas nuestras capacidades: Conocer la verdad, querer el bien y desear lo bello. Así, el hombre, varón y mujer, se hace dueño de sí mismo, confirmando y aceptando libremente su ser personal.
La formación, entendida como cultivo y cuidado de sí, implica fundarla en la verdad, el bien y la belleza. Saber pensar, saber querer, saber sentir, saber actuar, en suma, saber vivir como varón y mujer.
Vivir desde los principios, en el fondo, es vivir una vida lograda y formarse es aprender a vivir bien. Aquí encontramos las verdaderas asignaturas que hay que intentar aprobar con distinción. Tener una vida lograda es el aprendizaje verdaderamente importante.
Formarse, aprender a vivir bien, es el ideal humano que tenemos que siempre descubrir, redescubrir y volver a practicar hasta la muerte.
¿Cuál es el riesgo del viaje, de la formación permanente? confundir el fin con los medios, el rábano con las hojas. O sea, fracasar. No llegar a puerto, quedarse a medio camino o no emprender siquiera el viaje. Desde luego, esto pone evidencia algo muy profundo. ¿Si hemos puestos todos los medios, porque hay una posibilidad cierta de fracaso? Porque el hombre, varón y mujer, nunca tiene todo en sus manos. Hay factores que no manejamos, así de simple. Y, hay una realidad personal con la que siempre hemos de contar en toda aventura a la que nos aboquemos con ilusión y esperanza. Tiene un nombre, se llama Dios. De alguna manera las vidas ejemplares de un Sócrates, Juana de Arco, Maximiliano Kolbe, Edith Stein, Gianna Beretta, Arturo Prat, y cuantos cientos de miles de varones y mujeres que han vivido desde los principios, han tenido la claridad de advertir que precisamente, no todo estaba en sus manos. Ellos, son nuestros modelos. Un desfile de modelos, que nos enseñan en qué consiste ser persona humana. O lo que es lo mismo decir: Vivir desde lo principios para aprender a vivir bien una vida lograda.
Con todo, advertirás entonces que venir a Acción Republicana, consiste en venir a formarse, a servir a los demás y así, a nuestro querido Chile. Y, de esa forma vivir como un hombre, varón o mujer, de verdad.
Con todo, advertirás entonces que venir a Acción Republicana, consiste en venir a formarse, a servir a los demás y así, a nuestro querido Chile. Y, de esa forma vivir como un hombre, varón o mujer, de verdad.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por comentar.